
Esto no es una poesía de academia. Dejo los discursos de poemas para los cirujanos de la rima, los técnicos del verso y los jueces de la lirica.
No pretendo escribir para editorial alguna, ni para tertulia de sabios de letra. Ni soy el D.Quijote de Antonio Machado, a cabalgada por un reino y una corona para ti, Dulcinea de bolso y jeans .
No sé si volvieron las oscuras Golondrinas de Bécquer, pero tal vez alguna de ella se quedo en tus ojos. Esas cuencas maduras de noches, esos jabones al Nestea y de café molido. No sé si la enfermera de Hemingway en Caporetto, tenía esas aceitunillas que miran como un jarabe de azúcar. Pero sé que tus pechos son la Normandía, la playa Omaha el plan de operaciones de mis manos. No pongas blusa a mis dedos desabrocharan cualquier parapeto o barricada.
Mis miradas quieren ser el Alarico que tome tu Roma de pestañas y pupilas. Calla y sangra beso. Ya dije que esto no era una poesía, solo un asesinato de dos a sudor y poro.