
Pasos de EGB, oteó de aula y timbre de cambio de tiza y profe, manos de libro Anaya y examen, olor a pupitre a cera y un sol que espero veinte años. No estaba D.Juan a mangas de chaqueta y juanola de boca, ni Don Alfonso con jersey ye-ye, ni la Señorita Araceli dando palabra a Juan Ramón Jiménez y su burro blanco de prado.
El cielo sumo azul y murió de año en año, abandonaron la falda y el lazo de coleta, por el Jeans y la camisa de Vogue, las carpetas de SuperPóp y el malote de camiseta de tirantes de balada fácil, por el altar de cruz o el de juzgado.
Las nubes hicieron de raíl a 20 primaveras y ellos olvidaron el tirachinas, el balón y las canicas en algún hoyo perdido de la arena del Picasso. Los cigarros a escondidas, el chicle y los cromos, por las novias fracasadas y la nomina a final de mes.
Y este poeta camuflado de edad, sigue pensando en sus ojos, que ellas en su moreno adulto de pelo, en sus pestañas a rímel de sábado noche, en su rizo de champú Garnier, están esas niñas por la que dibujo en la almohada un corazón y un mundo de dos en el parque.
Que como en aquel “Volver” de Gardel - Veinte años no son nada- si se mira con alma de niño