viernes, 24 de diciembre de 2010

Felices Fiestas desde la Alcobendas de 1937




Nubes de rutina, el hielo imita a las estrellas en la Calle Lina Odena, capas de frio en la Plaza de la Victoria y las horas se ponen de noche en la Calle Fermín Galán, donde a su final los arroyos cosen, crespón de agua a la tierra poco dorada de sol. Se recoge la luz y las manos de los campesinos de las huertas pobres de La vega. Un Guardia de Asalto, prende un Mosin-Nagant al hombro, le hace descansar en una pared acabada de cal, se descuelga las balas del cinturón, las mismas con la que sueña a ser cine y Chapáyev.

El surco de los campos que vallan de cereal al encinar de la Moraleja, no poseen la ternura de la primavera y las flores están silenciadas de Diciembre. Las mujeres secan la escarcha de la ropa en el lavandero de las Charcas. A la Iglesia le pusieron mordaza, al quitarle las campanas para la munición que Madrid necesita para defenderse y el vino da sus últimos vasos del día en la Taberna de la Favorita.

Los viejos liquidan papel y tabaco al comienzo de la luna en la Plaza de la República y las fuentes y los pozos de la calle Juanita Rico callan y solo el viento curva las hojas de las higueras. Los pajares de la calle de la Unión, se recuestan en su misma paja, la tarde corta, oculta Alcobendas.

Hoy los astros están bajos y el invierno se queda en los tejados, las mujeres preparan unas migas y horadan latas de sardinas y pan de trigo escaso. El fuego consume 1937, a unos cientos de kilómetros dirección Carretera de Extremadura, las tropas del General Varela a Yugo y Flecha, entonan villancicos y en Teruel las bombas son las que cantan.

Un niño sitúa en la boca una beluga enlatada que sabe a Balalaika, nativa del Mar Negro, la cena del 24 de Diciembre, se le queda pequeña a la mesa. Los mozos alegres están en los parapetos de la casa Campo o en la nieve de Concud con Lister. Vuela un I-15, con el morro y la hélice fatigada, que va a pernoctar al aeródromo del Soto del Duque de Algete.

Una ventana se anima, con una copla de Angelillo y unas palmas, las risas se pegan a las puertas, la guerra abandona los hogares.

En la Carretera de Francia, un Carabinero de Negrín que mataba la guardia con anís, le pregunta a otro:
- ¿Crees que Jesucristo era de la UGT?
- ¿Por qué dices eso?
- Porque le perseguía el Mussolini y el Franco de entonces, Cesar Augusto y Herodes.
- Quién sabe, pero Barrabas me recuerda a Valentín González.

En la calle Asturias, Carina caliente sus débiles dedos en el brasero y en el negro del cielo, pasa el firmamento. Unos pasos rápidos y un puño alto, saludan al Alcalde Antonio Vázquez por la calle Madrid, una llave, unas botas que pisaron los riscos de Buitrago, un casco Trubia, la casaca del Ejercito Popular desprendida y un abrazo. Su pelo oscuro, de muchacha tímida y sus ojos de azul saludable, de joven idealista, las bocas empinadas y los besos alargados. Y solo la cama terminara el momento.

La noche se hizo noble, más que buena.

Felices Fiestas y que Saturno os bendiga.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

A Alejandra Blanco, mi abuela.



Siempre ibas vestida
con un negro sagrado,
un paso invisible,
y tu moreno empezado,
que me dejaste
En el ADN de mi pelo rizado.
Tus manos de estrías y años
que me daban la leche
moderada de calor,
peinaban mis revueltos de cabeza
y le ponían caramelo a mi boca.

Tenías la vida cansada
Y en tus dedos montabas
mesa a los gatos entretenidos de tejado.
Ocupabas todas las misas de las doce,
como tu Pablo tomo en Teruel
el convento de Santa Clara,
para las tropas de Lister.
Abuela, le diste abrazo
a mi infancia temprana.